viernes, 15 de junio de 2007

FEVER

Me levanto de la cama para escribir este post.
Siempre fui una persona sana, de no enfermarme jamás, de soportar las gripes de pie, de no padecer más que un resfrío anual durante el cambio de estación. Pero la salud me esquiva este año.

Dos semanas atrás comencé a sentir dolor en todo el cuerpo y a hacer fiebre. Ya débil y con una tos que me raspaba la garganta, me vio el médico de la emergencia móvil y me dijo: “si no es congestión pega en el palo, vaya urgente a la mutualista”. Casi sin fuerzas para levantarme de la cama fui al sanatorio, donde me tuvieron varias horas en pre-internación haciéndome todo tipo de estudios, placas en los pulmones, nebulizaciones y, sobre todo, intentando bajarme la fiebre, que no aflojaba con analgésicos, por lo cual me dieron medicación intravenosa. Me dieron el alta recién a la noche, después de desconectar los diversos cables que salían de mi cuerpo. Resultado: bronquitis aguda que por poco no fue congestión, cuatro días de reposo y unos antibióticos del tamaño de una aceituna que me agujerearon el estómago. Así pasé mi cumpleaños.

Diez días después un dolor de cabeza intenso y fiebre me obligaron a llamar a la emergencia. Gripe, sentenció la doctora, tres días de reposo y antigripales: otro fin de semana encerrada. Me reintegré a trabajar el lunes pero empecé a sentir una gran molestia en la garganta y a volar de fiebre otra vez así que llamé al médico. Resultado: anginas. Mi garganta era una bola roja y la infección estaba detrás, por eso yo no la podía ver. Reposo durante tres días, y una nueva dosis de antibióticos.

Debo reconocer que la fiebre tiene lo suyo. Volar de fiebre puede ser una experiencia interesante, por el grado de alucinación que se puede alcanzar. Conozco los efectos de ciertas sustancias alucinógenas y doy fe que la fiebre tiene un pegue parecido. Con la pequeña desventaja de que una se está sintiendo mal, cosa que no sucede cuando se ingiere un ácido, por ejemplo, donde el estado es casi perfecto, lo más parecido a lo que uno desearía que fuera la vida cotidiana. Pero desde la fiebre se puede sacar ventaja a pesar del malestar corporal que implica padecerla. Cuando se tiene fiebre, todo lo que suena de fondo es muy surreal: tanto las voces de conversaciones cercanas, de la tele o de la radio parecen hablar en lejanos dialectos, deformarse, ir y venir en un constante y fantasmal fade in / fade out. Si se está escuchando música es posible adentrarse en ella y sentir la gravedad de cada instrumento, lo que justifica incluso el dolor de cabeza que cada golpe de batería puede provocar. En uno de mis viajes febriles comencé a sentir que me sumergía en un gran lugar lleno de agua, asomaba la cabeza para respirar y volvía a meterla en el agua. Veía todo mi alrededor acuoso, el mismo cuarto y la misma cama parecían estar en el fondo de un mar extraño. Cuando desperté me encontré completamente empapada, como si me hubiera bañado vestida, con sábanas y todo: no era otra cosa que la inmensa transpiración febril, había dejado toda mi peste en esa cama a través del sudor. Por supuesto me sentía mejor, débil pero de regreso de una gran experiencia sensorial. Algo parecido se siente al volver de un desmayo. Despertar de un desmayo es como regresar de un espiral, se va volviendo en sí en forma de espiral, como girando sobre un eje interno imaginario y al recobrar la conciencia se siente el mareo propio de ese giro centrífugo que devuelve al mundo real.

Desde mi cama veo el informativo y una de las noticias del día refiere a que hay demasiada gente enferma de las vías respiratorias. El Ministerio de Salud Pública pide a la población afectada que evite los espacios cerrados con mucha gente para impedir que se propague la epidemia. Epidemia, sí, quiere decir que yo podría iniciarla si se me antojara ir a toser a los ómnibus, bancos, shoppings, cines o salas de espera. La última doctora que me vio mencionó que había demasiada gente enferma a la que se hacía difícil tratar con los antibióticos convencionales debido a que las cepas de virus eran resistentes a los mismos. El intenso frío y la gran humedad que sufrimos hace varias semanas han enfermado gente al por mayor. Y los virus han estado mutando, parece. Descubro alarmada que soy peligrosa y formo parte de la zona de exclusión de los antibióticos. Como la inmunidad se volvió una utopía para mi vulnerable organismo, intenté volver productivo tanto tiempo libre por el reposo forzado.

Es viernes a la noche, estoy en cama enferma y prendo la tele. En una tanda veo la promo del nuevo programa de Ignacio Alvarez, donde se lo ve corriendo de los gases en la frontera de Israel. En otro canal está Gran Hermano y veo cómo se llevan a Vadalá en silla de ruedas. En otro lado hay gente que le baila al repugnante Sofovich para que éste los juzgue. El zapping me deja caer en canal 10 y encuentro el programa de Eleonora Navatta, esposa de Escanlar (un dato frívolo que podría no aportar nada, pero que sí me aporta en este caso porque ahí es cuando una piensa que dios los cría y ellos se juntan). Ni recuerdo cómo se llama el envío, pero es una suerte de talk-show a la uruguaya, con panel de todólogos y tribuna de opinólogos. La gorda Navatta quiere cancherear y me pregunto qué hace Cecilia Baraldi en el panel, cuando de última sería más lógico que ella conduzca y la Navatta opine, porque, ¿a quién le importa lo que dice un panelista? El caso es que lo veo a Gustavo Fernández Insúa amagando con prender un porro y me quedo viendo el programa por curiosidad. Ese día el tema era la marihuana. En la tribuna había un defensor del autocultiuvo, un médico veterano que la recetaba a sus pacientes, una doctora que hablaba de los daños que ocasiona la hierba, un representante del partido colorado con buzo escote en v que atacaba con uñas y dientes a quienes la defendían y mucha gente haciendo de extra que sólo miraba. Insúa quería hacerse el transgresor y hablaba de legalizar, Baraldi afirmaba que era una droga menos perjudicial que otras que no huelen a nada y que todo el mundo consume pero nadie opina de eso. Así, entre el “mirá como me lo fumo en cámaras” de Insúa, el “desde épocas inmemoriales todas las culturas la emplearon” de Baraldi y el “qué tema polémico” de Navatta, temí que me volviera a subir la fiebre y abandoné la emisión. Mientras se siga hablando de la marihuana en el contexto de las drogas pesadas vamos muy mal. ¿Qué buscaba ese programa, además de un poco de rating en un día y una hora poco apropiada para tal fin? Supongo que hacerse los cancheros, ser parte de ese merchandising del faso que ahora queda tan bien, como las canciones que hablan de eso, las remeras o las marchas pro legalización. Pienso que no se gana nada con este tipo de discusiones que no tienen un final concreto, que se dan en un medio complaciente con el poder de turno y en un tiempo donde estamos gobernados por gente que ataca a la marihuana y pone en circulación la pasta base. Hablar de la marihuana para defenderla es una batalla perdida. Nadie sale a hablar de la aspirina para defender sus cualidades como anticoagulante, ni vemos a nadie sentado en el living de Omar explicando las bondades de tomarse un buen tilo para calmar los nervios. El que toma whisky, aspirina o té de tilo por las razones que sea no le quiere contar a todo el mundo lo que toma, ni se sienta a escribir una canción hablando del asunto, ni mucho menos organiza una marcha pro consumo, y ni por asomo se arrima a un debate televisado. El que consume cannabis-sativa sabe lo que está haciendo, por qué y para qué lo hace, y no necesita darle explicaciones a nadie. El hecho de que no esté legalizado no es más que una mera circunstancia que le da cierto morbo al asunto y fomenta la existencia de estos “debates” insoportables, donde hablan todólogos que nada van a conseguir desde ese lugar.

Yo pensaba que hablar de enfermedades era cosa de viejos. Hablar en televisión también.
Aún tengo la esperanza de que todo haya estado solo en mi imaginación, producto del delirio febril. A la mierda que vienen fuertes estos virus.

5 Comments:

At 16 de junio de 2007, 12:33 a. m., Blogger Robertö dijo...

Hola. Yo me estoy enfermando bastantes veces ultimamente. La última, la semana pasada. Iba en el ómnibus leyendo, a mi lado,contra la ventanilla, una chica tapandose la boca, en posición arrollada, tosía bastante seguido. En determinado momento se le escapó una bocanada de aire absolutamente podrido y supe que me iba a enfermar. 5 días de fiebre.

La otra vez me puse a leerle los primeros posteos y me fui sin avisarle que me emocioné bastante. Le digo ahora para devolverle la gentileza. Fue con lo de con que sueñan los ciegos. Y la leí y mentalmente escuché a Dolina leyendo el mensaje de los ciegos de la primera fila. Y estoy seguro que lo escuché por radio pero no me atrevo a jurarlo, es de las cosas que leo o escucho y se me pasan a incorporar como si las hubiera vivido. Creo que era eso lo que quería decir. Saludos cordiales.

 
At 17 de junio de 2007, 3:46 p. m., Blogger Mayfly dijo...

No se qué fue primero, el huevo o la gallina. Se enfermó y miro la tele o miró la tele y se enfermó?
Alegría por su mejor estado aunque desconfío de su estado mental luego de tanta TV. Ya sabe lo que opino y veo que le gusta un poco esto del masoquismo.
La verdad que sin tener experiencia con algunas de las cosas que cuenta, quizá algun día nos fumemos juntos un rico VHS de Gran Hermano o cualquier otro alucinógeno.

 
At 18 de junio de 2007, 8:56 a. m., Blogger LOIS dijo...

Robertö: Qué alegría tenerlo por aquí. Espero que ya se encuentre mejor de salud. Vio lo que es el contagio, cualquiera con una tos es un asesino en potencia.
Sobre el post de los ciegos, me agrada saber que se emocionó, de hecho yo también me emocioné cuando lo escribí, y me emocioné siempre por todo lo que implicaba a los ciegos de la radio (yo los llamo así porque en el mundo hay muchos ciegos, pero estos son especiales precisamente por lo radial de sus vidas). Pero ojo, cuando hablo de emoción que no se entienda compasión, porque lejos estoy de sentir eso, es una emoción profunda e interna que en lo personal me pasa cuando intento interpretar lo que la radio representa para un ciego. De solo pensar en eso se me eriza la piel, y es bueno comentar que inicié este blog con la única y primaria intención de contar esas historias de los ciegos. No estaba segura de seguir escribiendo, simplemente me parecía que valía la pena hablar de ellos. Gracias Robertö por conmoverse y por dejar señales.

Mayfly estimado: diría que las dos cosas, es un círculo vicioso, ¿vio? Enferma vi la tele, que está enferma, que me enferma más. Hay cosas buenas en la tele a veces, pero esas cosas no se emiten cuando una más las necesita. Pensar que usted, que por lo menos podría ver Duro de Domar todos los días, vive sin tevé. En Montevideo la tele es dura de domar, estimado. Cuando quiera nos fumamos esos VHS, será todo un placer compartirlo con usted, siempre gentil Mayfly. Salud!

 
At 24 de junio de 2007, 8:05 p. m., Blogger Prudencia dijo...

Qué sorpresa, lois! No sé por qué daba por sentado que seguía sin actualizar.
Creo ser la prueba de que la teoría de mayfly es correcta: hace mil años que no tengo tele, ni fiebre.
Confieso que el post me da un poquito de ganas de tener fiebre (pero ninguna gana de volver a tener tele). Como sea, espero que esté mejor. Un beso.

 
At 25 de junio de 2007, 3:46 p. m., Blogger LOIS dijo...

Prudence, qué gusto tenerla por aquí. Ya ve, actualizada lo que se dice actualizada no estoy, sigo usando la misma ropa de la temporada pasada, je. Pero aquí me ve, cada tanto a una le da esa fiebre blogger y actualiza. Es más sano que la otra fiebre, creamé. Nunca viví sin tele, a no ser durante las vacaciones, cuando me he ido a algún lugar carente de ella, y vaya si la habré extrañado de chica, cuando mis padres me llevaban obligada a pasar eternos días en balnearios demasiado desiertos para los niños. No creo que sea la TV la culpable de mis fiebres, si así fuera ya debería haber reventado como chinche hace años y no fue así. Gracias por dejar señales, hasta pronto.

 

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