viernes, 16 de febrero de 2007

ME TOMO VACACIONES, ME TOMO CINCO MINUTOS, ME TOMO UN TÉ


Ah, el verano. Derrite, desintegra la materia, la gente desaparece en todo sentido. No está mal desaparecer un poco. Así se puede sentir esa emoción extraña del regreso, una suerte de ansiedad mezclada con sorpresa, después de un tiempo en el que los demás no saben de una, y una ni siquiera piensa en los demás. Mis vacaciones son fuga. Del entorno, de mí, de la pc. El volver es siempre adrenalina, verborragia, mucho para decir sin saber por dónde empezar. Voy por partes.

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Tiempo atrás aquí hablé de Pablo, el ciego. Cuando escribí aquello lo hice con cierta nostalgia, porque hacía mucho que no sabía nada de él. Poco después de publicar esa historia apareció Pablo. Me llamó para agradecerme todo lo que escribí, me contó que se había emocionado al leerlo, y me explicó que estuvo un poco desparecido por elección personal, desconectado de todo, pero que estaba de vuelta. Y haciendo radio. Pablo está en la radio comunitaria FM 106.3 Libertad, de Ruta 8 a la altura del KM 19, y conduce un programa llamado “Pan y Circo”, que se emite los jueves de 17 a 20 horas. Me dio una enorme alegría saber que Pablo estaba de regreso en el medio que lo identifica, donde todos los sentidos cobran otro valor para él, para todos. Comparto la noticia por si alguien puede sintonizar esa radio y conocer a Pablo durante su vuelo.

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Es maravilloso lo que logra la radio, cómo todo se vincula de la manera más extraña.
La radio me permitió conocer mucha gente, a mis grandes amigos los conocí mediante la radio, incluso a mi pareja (una historia tan especial que me reservo por ahora, porque es la historia de mi vida). A veces la radio llega donde ningún otro medio puede llegar, y desde ella se puede entrar en el mundo de otros seres tan especiales como desconocidos. Así fue como un día, ondas radiales mediante entré en Tandil, una ciudad Argentina, a 370 kilómetros de Buenos Aires. Es el poder de la AM, que siempre defenderé por ese gran alcance, que a veces trasciende la imaginación. Hace como siete años ya, un día recibí un mail de Juan Pablo, donde me contaba que vivía en Tandil, que sintonizaba la radio por onda corta desde allá, y mails, chats y teléfono mediante, nos hicimos amigos. Jamás nos hemos encontrado en persona hasta hoy, pero nos sabemos ahí, cerca, aunque pasen meses sin tener noticias uno del otro. La radio nos unió, y como una constancia de nuestra amistad, la radio es la que siempre nos encuentra. Hacía más de un año que no tenía novedades de Juan Pablo, y hace unos días me envió un correo en el que me invitaba a visitar su blog, porque allí había subido grabaciones de aquellas emisiones que lograba sintonizar misteriosamente años atrás. Un homenaje, me explicaba, a una emisión radial que significó mucho para él en aquel momento. Me emocioné. Y descubrí fascinada que su blog se llama
Noches de Radio. Lo visito, y veo que su pasión por la radio sigue intacta, que nuestras vidas han cambiado y han tomado rumbos diversos, pero que la radio aún significa lo más importante de nuestras vidas. Es genial. Gracias, Juan Pablo, por todo.

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Hablando de radio, me sorprendí mucho cuando supe que “Mundo Cañón” se pasó a Radio Futura. Estuvieron varios años en AM Libre, primero en la mañana y desde la partida de Daniel Figares y su “Plan B” pasaron a ocupar la primera tarde. No es que les deseara seguir bajo el ala del déspota de Fasano, de hecho siempre creí que merecían un destino mejor que el fatal multimedio plural, incluso la FM parecía lo ideal en función del buen gusto musical de sus conductores, pero no me los hubiera imaginado en Radio Futura ni aunque me hubieran dado un licuado de lsd, peyote y mezcalina. Ocurre que Rufo Martínez y Guillermo Amexeiras no me daban el perfil 'american idiot' que promueve Petinatti en su radio. De hecho siempre se mostraron como dos tipos inteligentes, con buena cultura musical, sentido crítico y humor ácido. Características que en Radio Futura nadie demuestra poseer, empezando por ‘the boss’. Durante años se burlaron de Petinatti, marcaron públicamente diferencias que parecían irreconciliables, incluso Amexeiras, quien conducía en TV “Planta Baja” pareció vivir un incómodo momento de tensión el día que estuvo Petinatti de invitado. Estaba clarísima la distancia entre ellos para cualquier oyente de “Mundo Cañón”. Cómo llega ahora este programa a la radio del tipo al que bastardearon durante años, con el que más allá que lo dijeran o no se notaba claramente la diferencia de estilo y pensamiento, es un misterio que solo puede resolver un cheque abultado. Me decepcionan. Soy de las personas que creen que en la vida hay que ser honesto con uno mismo ante todo, y que por más plata que haya uno debe mantenerse fiel a sus convicciones. Prefiero y elijo no estar antes que traicionar mi conciencia. Petinatti por ejemplo está en las antípodas de mi vida. No me importa si es buena o mala persona, lo único que tengo claro es que no comparto ni un poquito su modo de hacer comunicación y punto. Y creí que los muchachos de “Mundo Cañón” eran esa clase de gente que no vendía su alma al diablo. Me da mucha pena por ellos. Es obvio que la jugada de Petinatti fue poner una propuesta que más o menos pudiera competirle de igual a igual a “Justicia Infinita”, de Océano FM. Van a estar a la misma hora y tendrán el mismo público objetivo. Ahora van a vivir la fiebre del ‘minuto a minuto’, dejándole el aire caliente al jefe, que saldrá después de ellos. Pienso: si bien me sorprende que los cañoneros hayan aceptado trabajar con su viejo enemigo, más aún me sorprende la falta de escrúpulos de Petinatti. No le importa nada, el tipo se anima a convocar a quienes lo han defenestrado durante años con tal de ganar un punto más de rating, es morboso. Así juega él, desde luego, y a alguien así yo lo quiero bien lejos. Tan lejos como estaré yo de esta nueva peleíta entre cañoneros y justicieros. Los superenemigos del aire.

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Ya que lo nombré, vale la pena decir que volvió Daniel Figares. En formato escrito, y se agradece. Admiro su capacidad de decir no. A diferencia de los cañoneros, Figares es un ejemplo de un tipo con agallas, que prefiere estar un largo tiempo sin trabajo antes que bajar la cabeza ante una chequera. Más allá de estar o no de acuerdo con él, valoro que siempre se haya jugado a decir lo que pensaba en cada medio en el que estuvo. Supo estar en el lugar y el momento justo, y también supo irse a tiempo cuando no se sintió a gusto con alguna cosa. Yo crecí con Figares desde El Dorado FM, cuando esa radio era una aventura para los oyentes que descubrían una nueva forma de expresión. Pensar que a Petinatti lo inventó Figares, lo parió, qué lo parió. Son dos tipos tan diferentes que cuesta creerlo. Incluso la gente más joven no tiene ni idea de esta historia. Petinatti era oyente de “El Subterráneo”, de esos fanáticos de un programa de radio que van de visita al estudio, y de tanto estar en la vuelta un buen día acaban siendo parte del programa. Así arrancó Petinatti, bautizado con ese nombre por Figares, en homenaje a Roberto Pettinato, ex saxofonista de Sumo, actual conductor de “Duro de Domar” en Argentina. Luego separaron caminos, y lo bien que hicieron. Figares agarró para un lado más periodístico, y Petinatti terminó de dibujar al payaso que llevaba dentro (perdón Krusty). Quienes hoy andan en el entorno de los 30 años o más y llegaron a escuchar “El Subte”, posiblemente siguieron a Figares. Los más jóvenes, que no alcanzaron a conocer lo que era una radio con personalidad y se encontraron con el Petinatti de “Malos Pensamientos”, se comieron la mentira de que el tipo era el ejemplo de la transgresión de la radio uruguaya. Ya sabemos quién fue más exitoso y quién hizo más plata, y quién eligió un perfil bajo y se ganó más enemigos.
Figares es un mal necesario, el tipo tiene que tener un espacio, tiene que poder hablar de lo que se le canta, cuando y como quiera. En los medios uruguayos hace falta gente que se la juegue, que no vaya para donde sopla el viento. Sin embargo no le cae simpático a los medios de derecha ni a los de izquierda, simplemente porque ha manifestado públicamente que no le cree a nadie. Y acá tenés que estar de algún lado para tener un lugar, nadie quiere contratar a alguien que no le dará para adelante a sus intereses. Afortunadamente Figares volvió a decir lo suyo públicamente, ahora desde la revista virtual
Deltoya, donde tiene su propia columna y prende el ventilador frecuentemente.

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Hace unos meses atrás tenía mi rutina de internet a la mañana. Encendía la pc y acto seguido realizaba una recorrida por un montón de blogs. Sin embargo ya no leo tantos blogs con la misma ansiedad fisgona con que supe hacerlo. Incluso me costó volver a este, confieso. Es raro, porque los blogs tienen algo fascinante y perverso a la vez. Quizás el hecho de que se viertan tantas opiniones, emociones y sensaciones hace de este un juego límite, donde solo sobrevive quien tiene elementos indispensables para jugarlo: paciencia, constancia, tolerancia, y sobre todo, tiempo. Solía empezar siempre por el blog de
Benito. Un caso curioso en la historia de los blogs uruguayos, en el que la popularidad se volvió enemiga de la intención original. Lo que pasó con ese blog merecería varios análisis, porque todo lo que parecía positivo se transformó en negativo: la enorme cantidad de participantes vulgarizó las discusiones. Es válido reflexionar sobre el riesgo de volverse masivo, o al menos popular. Ha pasado con el rock uruguayo de los últimos años, por ejemplo, aunque el fin lucrativo fue causa importante del deterioro artístico del género. En el caso de ese blog, que un tipo escribía –con gran estilo y fuertes argumentos- sobre lo que se le daba la gana, siempre con un pie en la realidad y con intención de divulgar (cultura, ideas, historias), no existía fin de lucro sino pura manifestación gratuita de conceptos subjetivos. Alguna vez Benito expresó que su intención más pura al construir ese espacio fue el intercambio de ideas con un puñado de seres que podían compartirlas, o por lo menos entenderlas. Nada más. Sin embargo la variedad de temas tratados y el ‘link a link’ de la red llamó la atención de mucha más gente de la esperada, algo que en principio le dio vuelo al blog, pero que con el tiempo desgastó la intención original. Cuando un posteo de Benito superó los mil comments en apenas tres días la cosa comenzó a desdibujarse, y el autor anunció su retirada. La vulgaridad mató las buenas intenciones. La intolerancia afeó el paisaje de una escritura refinada, cuyo propósito no era discutir con pendejos idiotas sobre si canta bien o no el vocalista de NTVG, por ejemplo. Cuando todo alrededor se torna mediocre, es mejor bajar la persiana, y FYT cerró primero la posibilidad de dejar comments, y un buen día Benito no escribió más. Se lo extraña, desde luego, pero se agradece tamaño gesto de coherencia.
Hace tiempo me preocupa el vaciamiento de la generación que actualmente ronda los 20 años, que no tiene referentes culturales ricos, carece de ideas e ideología, se expresa muy mal oralmente –ni hablemos de la escritura, por dios- y se aferra fácilmente a ídolos pintados en remeras y banderas. Ese es el público que va y llena un estadio para ver a cualquier imbécil cantando que con hambre no se puede pensar, sin inmutarse por el hambre cultural que padece esa masa de seres uniformes de la que forman parte. Sin cultura no se puede pensar, sin información no se puede pensar. Y con seres no pensantes es imposible abordar una discusión inteligente, que aporte algo. Eso quizás le pasó a Benito, se desmotivó cuando se sintió leído por tarados, pienso que en parte debe haber sido un duro golpe a la autoestima del autor, sobre todo para alguien que evidentemente escribía para otro tipo de público. Ese es el riesgo de tener un espacio abierto a todo el mundo, donde entra a jugar también la ética personal de censurar o no censurar, y la suma de todo eso acaba por desvirtuar la intención original.

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Así como Benito los mandó a cagar a todos, un tal
Eduardo Acosta, desde un blog muchísimo menos popular que FYT, atendió uno por uno a los commentators idiotas, incluyendo a un músico del rock uruguayo que se enroscó a discutir con él cuando no estuvo de acuerdo con la crítica. Un día Acosta posteó algo referido a los premios Graffiti y la actitud de La Trampa en la entrega de los mismos. Acosta fue brillante en sus apreciaciones sobre el estado actual del rock uruguayo, reflexionando sobre las contradicciones y demagogia de los músicos. ¡Para qué! De golpe los comments estaban llenos de ‘cabecitas’ defendiendo a su banda favorita como si en eso se les fuera la vida, y el guitarrista de La Trampa Garo Arakelián en persona discutía con Acosta acerca de lo que él tomó como insultos del blogger hacia su trabajo. No sé si entendieron: ¡el guitarrista de una banda en persona salió a discrepar con un tipo que dijo algo en un blog! EN UN BLOG. Esto demuestra, por un lado, que la falta de espacios de crítica hace que la opinión de un ser desconocido que escribe un blog sea tomada como la amenaza enemiga, y por otro lado explica por qué razón ha ido desapareciendo la crítica de los medios masivos de comunicación. Los músicos no se hacen cargo de lo que hacen, el público los defiende a ciegas porque no sabe pensar y los comunicadores alimentan ese círculo vicioso desde una condescendencia alarmante. Solo así se explica que un medio no masivo como un blog pueda resultar provocativo y generar esa cadena de respuestas escritas por seres vacíos, incapaces de pensar dos veces antes de emitir insultos y defender lo indefendible. Acosta fue desafiado por Arakelian a charlar cara a cara para ajustar conceptos, como esperando absurdamente que alcohol mediante Acosta cambiara de opinión. No es la primera vez que Arakelian se mete personalmente a discrepar públicamente, lo hizo varias veces cuando leyó o escuchó cosas que no le gustaron, pero ha llegado a una decadencia tan atroz que ahora se enrosca a discutir en un blog, con una actitud tan intolerante como poco inteligente. ¿Acaso espera que todo el mundo hable bien de él? ¿Por qué razón todos deberían actuar como si fueran sus amigos? Visto y considerando la conducta que adoptan los miembros de esa banda ante una crítica, no podemos esperar mayores virtudes por parte de su público. El vacío genera más vacío, estamos deformando el cerebro de toda una generación.

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Vi solo dos espectáculos durante el verano, a cual de los dos más loco. Una tarde en la playa Pocitos tocaron los Buenos Muchachos. Tenía mis dudas, no los imaginaba como una banda playera, con sol, con Kairo Herrera (otro ‘Petinatti boy’) gritando desaforadamente “¿quieren rrrrrrrrrroooooooooock?” o “¿cóoooomo se llaaaamaaaa esta bandaaaaaaaa?” (apesta esa postura de rock star caída en desuso y tan impostada, la gente se burla del tipo desde la arena pero él es re feliz imitando a un viejo presentador de Guns’n’Roses). Me sentía una vieja en medio de tanta muchachada joven, un público que promediaba los 20 años y que solamente conocía los ‘hits’ de la banda, como “He Never” o “Y la nave va”. Para regocijo de los pocos coetáneos de los músicos que presenciábamos el espectáculo se despacharon con un repertorio de canciones de todos los discos y abusaron de la distorsión. Curiosamente no había espectadores en los balcones de los edificios cercanos, mucho ruido para la doña que anda con bajón de presión. Confirmo que son una gran banda, que saben mostrar su personalidad aunque el entorno les sea adverso (arena + sol + Kairo Herrera + pendejos con banderas no son precisamente lo que deben haber soñado cuando escuchaban a los Pixies en su adolescencia). Una hora de ruido de pedales y guitarras desgarradas. Hacía mucho que no los veía, y me quedé satisfecha. Pedro Dalton sigue vivo, la familia está bien.

“The Casero Experimendo”. Hacía años que no me reía tanto en una sala de teatro (si es que alguna vez pude reír en el teatro). Alfredo Casero presentó un espectáculo tan demente que aún no lo puedo creer. El tipo está genialmente loco. Veo videos con avisos publicitarios del estilo “Chachachá” que me hacen extrañar los ciclos “El estigma del Doctor Vaporeso” y “Dancing en el Titanic” que en una época daba I-Sat. Veo al tipo cantar y recitar letras absurdas. Baila, cuenta, opina, y promediando el show se vuelve inclasificable. Llamarlo ‘stand up’ le queda chico, Casero es un artista demasiado completo, adictivamente bueno, todo lo que hace sobre el escenario le sale bien, y el público no puede parar de reír. Lo bizarro en su máxima expresión. El estigma de “Chachachá” cobra vida, Casero se regocija al saberse comprendido por otro puñado de locos que le siguen la cabeza y pagan para verlo. Es la primera vez que veo que un actor invita al público al escenario (para recrear en vivo una escena de lo más alucinada, con la gente interpretando un barco, juncos y gaviotas, una situación que el tipo sabe dirigir con brillantez y resuelve en escasos minutos), que la gente suba voluntariamente, y una no sienta esa vergüenza ajena propia de los espectáculos con interacción actores-público en los que lo único que piensa es: “que no me toque a mí, que no me toque a mí”. Aún creo recordar escenas del show que no sé si ocurrieron o las imaginé, todo es posible. Lo mejor que he visto en teatro en años, lejos. Volveré a verlo cuando pueda, seguro. Como si fuera poco, parte de la locura que significó esa noche en el Movie Center fue alimentada por una lata de cerveza helada que le ¡regalaban! a cada persona que entraba a la sala. Juro que no lo soñé.